sábado, 25 de julio de 2009

II

Del libro de los filósofos y poetas callejeros, el concierto inolvidable:

Esa noche, habían tocado increíblemente bien. Ni siquiera los disturbios producidos en el bar ni los problemas de sonido habían arruinado la noche. El guitarrista estaba más que satisfecho
y hasta sonreía un poco mas que el resto de las veces que lo hubieron visto pedir whiskey.
Al acabar su bebida, el bluesman se dirigió a la entrada del local mientras intentaba
escapar de la muchedumbre que esa noche había concurrido
para verlo tocar.
Un poco afectado por la bebida, subió al auto que había encargado
que lo pasara a buscar. Cerca de setenta kilómetros mas adelante,
el auto se detiene. Ya por esa parte de la ruta no había luces
que descubrieran lo que pudiera ocurrir allí.
Lo último que el músico pudo ver, fue al conductor apuntándole con
una pistola humeante, luego de haberle referido las palabras
“ambos sabemos que no vale la pena dar demasiadas explicaciones. Dejame terminar con esto de una buena vez”.
Las declaraciones del acusado fueron mas que suficientes para dar fin
al breve juicio que fue llevado a cabo para la ocasión,
y los tres orificios de bala que aparecieron en el cuerpo hallado
en las inmediaciones de Midland parecían hablar
por si solos.
La única pieza que no parecía encajar del todo bien
era la sinceridad con la que el conductor había respondido a
las preguntas que le habían sido
dirigidas.

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