jueves, 3 de septiembre de 2009

IV

Antigua tablilla encontrada al oeste de Israel:

Joven emperador Cozankqef se ha encerrado y no quiere confiar en nadie. El pueblo está hambriento y [esta parte es ilegible] mujer.

viernes, 28 de agosto de 2009

III

Del libro de los videntes: Por el amor de Kaukab.


Se hicieron las 3.00 a.m. Ni un minuto mas. Ni uno menos. Halima tomó sus instrumentos de prediccion con mucho cuidado. Incienso, agua, sal. Ceremonia. Las invocaciones a La Diosa se daban en ocasiones especiales, como esta. Las sutiles energías se manifestaban y como siempre, las vibraciones producidas por el axigrene de la naturaleza trascendental tomaron su cuerpo y consciencia. Kaukab miraba asombrada al otro lado de la mesa. Era tan simple, que parecía ser el momento mas complejo de toda su vida. Se aproximaba a la verdad. - ¿Hay alguien acá Halima? Puedo sentir su presencia. - Todo alrededor parecía extraño, la mujer se concentraba en sus instrumentos y cantaba. Tras un momento decidió dar una respuesta - Es un antiguo Maestro. ha venido desde las tierras de Nadim. Su nombre es Mubarak-. Kaukab contuvo su respiración. Sabía que podía comunicarse de algún modo con el maestro. - Halima, quiero saberlo-. La mujer la observó detenidamente, cuando finalmente dijo: Haz la pregunta. Kaukab hizo una leve mueca y enroscó su denso cabello deslizandolo hacia su espalda. -Quiero saberlo: Khuri es Alemeg Mala, mi otra parte. No?-. Halima empalideció, sus ojos se desenfocaron, -Nunca habré de responder semejante pregunta, pues los resultados habrían de ser devastadores. La fuerza de Los Dioses te guiarán y tu pregunta la responderás tu misma ante la mirada del absoluto y el silencio del amor. Ahora, vete. Debo volver a mi lugar.- Halima se posicionó, y bebió agua. Observó detenidamente a Kaukab: "Sabes lo que tienes que hacer".

sábado, 25 de julio de 2009

II

Del libro de los filósofos y poetas callejeros, el concierto inolvidable:

Esa noche, habían tocado increíblemente bien. Ni siquiera los disturbios producidos en el bar ni los problemas de sonido habían arruinado la noche. El guitarrista estaba más que satisfecho
y hasta sonreía un poco mas que el resto de las veces que lo hubieron visto pedir whiskey.
Al acabar su bebida, el bluesman se dirigió a la entrada del local mientras intentaba
escapar de la muchedumbre que esa noche había concurrido
para verlo tocar.
Un poco afectado por la bebida, subió al auto que había encargado
que lo pasara a buscar. Cerca de setenta kilómetros mas adelante,
el auto se detiene. Ya por esa parte de la ruta no había luces
que descubrieran lo que pudiera ocurrir allí.
Lo último que el músico pudo ver, fue al conductor apuntándole con
una pistola humeante, luego de haberle referido las palabras
“ambos sabemos que no vale la pena dar demasiadas explicaciones. Dejame terminar con esto de una buena vez”.
Las declaraciones del acusado fueron mas que suficientes para dar fin
al breve juicio que fue llevado a cabo para la ocasión,
y los tres orificios de bala que aparecieron en el cuerpo hallado
en las inmediaciones de Midland parecían hablar
por si solos.
La única pieza que no parecía encajar del todo bien
era la sinceridad con la que el conductor había respondido a
las preguntas que le habían sido
dirigidas.

lunes, 20 de julio de 2009

I

Del libro de los Eternos, de cuando Cozankqef conoció a Gankñue:

Cuando Gankñue se dirigió a Cozankqef por vez primera, no tardó en saber
que aquel seria quien respondería la pregunta con la que viajaba.
Cuando a Cozankqef le fue dada su primer pregunta, supo responder con
gran sabiduría.
El viejo Gankñue viajaba desde hacia tiempo, buscando quien respondiera
su pregunta y se hiciera
merecedor de su conocimiento acerca de eras pretéritas.
Aquella sabia pregunta era demasiado sencilla como para levantar la sos-
pecha entre aquellos seres que vivían gracias al desconocimiento de su
no existencia.
La humilde pregunta que a Cozankqef fue dirigida era simple:
“¿Cómo es que los Antiguos religiosos que vivieron en el norte dedicaban sus sacri-
ficios y oraciones a ningún dios, siendo que creían en la nada?”.
Cozankqef siguió preguntándose por muchos años si había sido de el la
conciencia que había respondido através suyo, habiendo sido su respuesta:
“Los Antiguos religiosos del norte creían en la nada, siendo cada uno de ellos
conciencia propia, parte del grupo al que hace referencia el nombre con el que se los
llama. Eran ellos bien conciente de que siendo ellos algo, formaban parte de un todo, y que solo podían ser, cada uno de ellos, algo, dado que podían verse entre ellos, sabiendo que eran distintos entre si. Heqe habitaba en ellos, solo a lo que no salta a la vista; el
espíritu no puede negar la existencia de aquello que la contiene, pudiendo ellos
haberse definido como Ankxse’s, partes del todo; y al abarcar la denominación
Nada lo absoluto, sabemos que ellos sabían que este abarcaba, por consiguiente,
al Heqe, y la denominación de este al Zankqank. Sus sacrificios y oraciones, en realidad, también eran dedicadas a ellos mismos”. Cuando
escuchó esto, el conocimiento no le impidió
a Gankñue saber que Cozankqef hablaba, aunque joven éste, con la verdad.

Qox xuñfe qo xeg ohofze, pez fojozpank m fogcohe.